Mi historia de parto: "El nacimiento de Sylvanna"



 Por mami invitada Valeria Peraza

La historia del nacimiento Sylvanna creo que será corta de contar, más corta de lo que nunca hubiera imaginado; todo empezó un día antes, jueves 6 de marzo de 2014, cuando me encontraba por cumplir 39 semanas. Fui con mi doctor, ya en las visitas semanales desde hacía unas semanas atrás, que para mi súper mala suerte, se cambió para mi comodidad de Chula Vista hasta Clairemont, significando una hora más entre la ida y la venida, lo cual preferí porque ya me sentía cómoda con él, pero ese ya es otro boleto! ;) Bueno, era mi cita en día jueves, a un día de cumplir las 39 SDG, me revisó el doctor, todo normal, me hizo tacto, y me dijo que estaba igual que la semana pasada, osea casi con nada de dilatación, para esto, al principio de mi embarazo me dijo que era “muy estrecha” de la cadera (¿de dónde??? jaja), y me sugirió una posible cesárea, a lo cual me negué rotundamente desde el principio si no era médicamente necesaria, y hasta eso, accedió a que nos esperaríamos a ver cómo me iba más adelante; el tema no se volvió a tocar nunca más. Total, regresando a mi cita, me dijo que si seguía así para la próxima semana, me iba a programar el parto para inducirlo; yo creo que sus palabras se le grabaron a mi hija porque la pobre se puso a trabajar rápidamente.

Regresando a mi casa en Tijuana, todo transcurrió normal. Mi esposo Alex trabaja en educación, donde la mayoría de los empleados son mujeres y el Día de la Mujer se aproximaba, así que les dieron el viernes libre para celebrar; ese día no fue a trabajar para nuestra buena suerte, así que se lo aventó todito conmigo. Mi mama llegó a mi casa temprano a dejarme unas cosas a eso de las 8 de la mañana, le comenté que había comenzado a tirar una especie de liquido transparente, pero en cantidades mínimas, como si la bolsa estuviera solo ligeramente rasgada, no quería emocionar a nadie por si acaso faltaran días todavía (¡ilusa!). Todo mi tercer trimestre tuve los famosos Braxton-Hicks de forma moderada, así que ya estaba medio acostumbrada a la punzada ocasional y al abdomen duro, ya las conocía muy bien. Como a eso de las 10, sentí una presión muy diferente, sabía que no era como las otras, así que comencé a tomar tiempos de esas contracciones y a cronometrarlas, las estaba teniendo cada 5-10 minutos por una duración de 30 segundos aproximadamente, así que Alex le habló a mi doctor, me metí a bañar y nos fuimos al hospital, ya eran las 11:30 de la mañana. El trayecto se me hizo e-ter-no, entre cruzar y llegar hasta la puerta pude haber jurado que pasaron horas, cuando en realidad fue un poquito más de una (¡perdón amor por casi arrancarte la cabeza en la línea, te amo, jaja!).


 A eso de la 1, ya me encontraba en la sala de clasificación, donde te revisan para ver si te quedas, o te mandan a… caminar. Juraba que si me regresaban o me mandaban a otra parte me iba a poner a llorar. Tenía 3cm de dilatación según la enfermera, apenas los suficientes para poder ingresarme (¡fiuf!), las contracciones cada vez es más fuertes, que casi me estaba doblando del dolor, y acepto, se me salía una que otra lágrima. Como trabajé hasta casi dos semanas antes de que naciera Sylvanna, con jornadas de 10-12 horas diarias, y estudiando una maestría, que unos meses más tarde concluí, nunca me di el tiempo de tomar el curso psicoprofiláctico, ni ir a kundalini, ni nada, más que alguna lectura ocasional que me aventaba por las noches. Tal vez sea de lo único que me arrepienta durante mi embarazo. Las tres enfermeras que me tocaron en mi estadía, desde que llegué al hospital fueron unas ángeles, de hecho nunca se me va a olvidar el nombre de una de ellas, Faro, de origen iraní, ya me la quería llevar a mi casa, casi, casi. Rápidamente me pasaron a la habitación donde nacería nuestra hija. Yo había acordado con mi doctor unas semanas antes que me pondría la inyección epidural, así que los 10 minutos apareció el anestesiólogo, casi al mismo tiempo que llegó mi mamá. Ya eran las 3 de la tarde. El pobre de Alex no había ni desayunado, ya que todo comenzó desde en la mañana, así que se estaba muriendo de hambre. Como a eso de las 4, entró una de las enfermeras, me revisó, y dijo que tenía un poquito más 5cm de dilatación, lo suficiente para que mi mamá y él pudieran ir por algo de comer y regresar. Así me quedé muy serena en la habitación, fue la última vez que estuvimos solas Sylvanna y yo antes de que naciera. No sabíamos que el hospital no tenía un área de cafetería en esa parte, así que se fueron un poco lejos y caminando a buscar. Ya habiá pasado un poco más de una hora y media desde que habían salido. Llegó nuevamente la enfermera, y ¡oh sorpresa! había dilatado casi 4cm más, ya tenía 9, así que la enfermera se dispuso a llamarle al doctor, pero  no quería que él llegara y que mi mamá y Alex todavía no estuvieran ahí conmigo, así que le llamé a su celular para avisarle cómo había progresado y se vinieron casi volando, ni siquiera terminaron de comer. Cuando llegaron a la habitación ya casi eran las 6 de la tarde. Despuesito llegó mi doctor, me revisó, ya estaba coronando, fue una de las cosas más lindas y extrañas a la vez, pues me dijo que ya se asomaba la cabecita y como no sentía nada, no lo creía, hasta que me dijo que podía estirar mi brazo para tocarla con mi mano, fue increíble, dice Alex que mi cara al momento de tocarla fue única. Le comenté a mi enfermera que no tomé ningún tipo de curso prenatal, así que muy linda me dio una clase exprés de respiración y toda la cosa. Salió el doctor un momento y le dio instrucciones a las enfermeras de parto de empezar, era tiempo de comenzar a pujar y yo sentía unas ganas increíbles de hacerlo, tanto que me tuve que detener unos momentos a que regresara el doctor, porque sino la iba a cachar la enfermera.  Estoy muy agradecida de que haya sido un parto respetado a mi modo, con mi doctor, en el hospital que elegí, con mi epidural, sin epistomía, (una cosa de las que me gustaron de este doctor era que me dijo “sólo si te desgarras, te coso, si no, así lo dejamos”), que pudieron estar conmigo mi esposo y mi mamá, que me la pusieron sobre mí casi al momento, y que haya podido recolectar las células madre de su cordón para almacenar. Así fue como Sylvanna A. llegó el viernes 7 de marzo de 2014 a las 6:33pm, con 48cm y 7.5 libras. A las 11 de la mañana estaba en mi casa, y 7 horas después ya tenía a mi bebé en mis brazos. 




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